Las empresas aeroespaciales están uniendo fuerzas para tratar de hacer frente al aporte cada vez mayor que su industria hace a las emisiones de gases de efecto invernadero. De acuerdo con la Organización Civil Internacional, la aviación contribuye con el 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y seguirán incrementándose de no usar energías limpias. Por ejemplo, en 2020, las emisiones producidas por la aviación serán 70% mayores que en 2005 y para 2050 podrían incrementarse entre 300 y 700%.
Ante este problema, los motores eléctricos son vistos como una posible solución.
El Salón Internacional de la Aeronáutica y el Espacio de París-Le Bourget, también conocido como Paris Air Show, contó esta semana con la presentación del primer avión comercial de pasajeros totalmente eléctrico del mundo, aunque en forma de prototipo.
La empresa israelí Eviation dice que la aeronave, llamada Alice, podrá transportar nueve pasajeros, sentados en butacas móviles y muy cómodas, en un trayecto de hasta 1.040 km de distancia y a 440 km/h. Esta autonomía se consigue gracias a una inmensa batería de litio de 900 kWh.
Alice es una nave de apariencia poco convencional. Mide 12 metros, pesa 6.300 kg, cuenta con tres hélices orientadas hacia atrás, una en la cola y dos en la punta de las alas para contrarrestar los efectos del arrastre. También tiene un fuselaje inferior plano para ayudar a su sustentación y es así no porque quisieron construir un avión genial, sino porque es eléctrico.
Eviation ya ha recibido sus primeros pedidos. La aerolínea regional estadounidense Cape Air, que opera una flota de 90 aviones, acordó comprarles un número de aviones de "dos dígitos".
La firma está utilizando Siemens y magniX para proporcionar los motores eléctricos. Según el director ejecutivo de magniX, Roei Ganzarski, el potencial de negocio para los aviones eléctricos pequeños de pasajeros es evidente si se tienen en cuenta los 2.000 millones de boletos de avión que se venden al año para vuelos de menos de 400 km de distancia.
Y, muy importante, la electricidad es mucho más barata que el combustible convencional. Un avión pequeño como un turbopropulsor Cessna Caravan puede gastar US$400 en combustible convencional para un vuelo de 160 km de distancia, dijo Ganzarski. Pero con electricidad, ese costo "estará entre US$8 y US$12, lo que significa costos mucho más bajos por hora de vuelo", aseguró. "No somos una empresa ambientalista, la razón por la que hacemos esto es porque tiene sentido comercial", declaró.
Se estima que actualmente hay más de 100 programas diferentes de aviones eléctricos en desarrollo a lo largo del mundo y se prevé que de aquí a fin de año aumenten hasta 200. Y también hay ya gobiernos como Noruega y Suecia que se han comprometido a realizar vuelos eléctricos de corta distancia para 2040.
De cara a los vuelos de hasta 1.500 km, ya se está trabajando también en aeronaves que combinen la energía convencional con la eléctrica para reducir las emisiones de CO2 sobre todo en despegue y aterrizaje.
¿Y los vuelos de larga distancia? Las perspectivas de los vuelos eléctricos de larga distancia no son tan optimistas. Mientras que los motores eléctricos, los generadores, la distribución de energía y los controles han avanzado muy rápidamente, la tecnología de las baterías no lo ha hecho tanto. Por lo tanto, las aerolíneas seguirán confiando en los combustibles de hidrocarburos en el futuro más inmediato.
De momento Alice es un prototipo y se espera que comience a operar para 2022, pero la preocupación global que existe por reducir la emisión de gases de efecto invernadero ha hecho que las empresas aeroespaciales unan fuerzas para apostar por los motores eléctricos como la mejor solución para salvar el planeta en la medida que sea posible sin dejar de volar.
Fuentes:
Expansion http://bit.ly/2lDW1xB
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